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La Gran Muralla China

La majestuosa Muralla China. Explora los Secretos Milenarios de una Maravilla Inigualable

Sumérgete en la grandeza milenaria de la Muralla China, una maravilla arquitectónica que serpentea a través de montañas y valles, testigo silencioso de la historia y la grandeza de una civilización legendaria.

La Gran Muralla China. La mayor frontera del mundo

La famosa imagen de la Gran Muralla China tiene sus raíces en los siglos XV y XVI, durante el reinado de los emperadores Ming. Fue en este período histórico cuando esta imponente barrera defensiva fue revitalizada, utilizando ladrillos y piedra para su reconstrucción. Las torres conectadas por largos tramos de muralla dan vida a esta magnífica obra arquitectónica.

Torres de vigilancia

A lo largo de la extensión de la muralla, las torres estaban estratégicamente ubicadas a intervalos precisos para facilitar la transmisión rápida de señales de alarma en caso de emergencia. En la imagen adjunta, se puede apreciar una sección de la muralla cercana a Pekín, mostrando la magnitud y la robustez de esta impresionante estructura defensiva.

La Ciudad Prohibida

En esta cámara del majestuoso Palacio Imperial de Pekín, se erguía el trono desde el cual el Emperador, conocido como el Hijo del Cielo, otorgaba audiencias y dirigía consejos imperiales. Este imponente edificio, construido por los emperadores Ming en el año 1406, es testigo de la grandiosidad y el esplendor de la antigua China.

Tumbas Imperiales

La era Imperial llegó a su apogeo con la dinastía Qing, que sucedió a la Ming en 1644 y perduró hasta 1912. Los fundadores de esta última, junto con sus ancestros, descansan en las tres tumbas imperiales de Yongling, Fuling y Zhaoling, ubicadas en la provincia de Liaoning. Hoy en día, estos complejos son famosos por su arquitectura inspirada en la geomancia y el fengshui tradicionales chinos, así como por su decoración de piedra, bajorrelieves y cerámica, que ilustran el esplendor de la arquitectura funeraria de la época Qing.

Durante la dinastía Han (206 a.C. – 220 d.C.), específicamente en el siglo I a.C., se erigió el primer templo budista de China en el monte Emei, en la provincia de Sichuan. A lo largo del tiempo, este templo fue modificado y ampliado, convirtiéndose en uno de los sitios sagrados más importantes del budismo. Entre sus tesoros culturales se destaca la estatua de Buda más grande del mundo, el Gran Buda de Leshan, esculpido en el siglo VIII y que alcanza una altura de 71 metros.

Soldados de Terracota

Nichos de Longmen

Talladas en la roca, las grutas y nichos de Longmen ofrecen una impresionante exhibición de la escultura rupestre inspirada en el budismo, destacando como el conjunto artístico más grande de las dinastías Wei del Norte, el período de los Tres Reinos y la dinastía Tang en China.

Otro destacado sitio del Patrimonio de la Humanidad en China es el histórico palacio de Potala en Lhassa. Desde el siglo VII, este majestuoso palacio ha sido la residencia de invierno del Dalai Lama, representando un símbolo del budismo tibetano. Situado en la Montaña Roja a 3.700 metros sobre el nivel del mar, el complejo incluye los palacios Blanco y Rojo, junto con sus estructuras adyacentes.

Gran Buda de Leshan

Tulou de Fujian

En las regiones interiores del estrecho de Taiwán se encuentra uno de los tesoros más singulares de China: los Tulou de Fujian. Este complejo comprende 46 estructuras de tierra, construidas entre los siglos XII y XX, entre campos de arroz, plantaciones de té y tabaco, con propósitos defensivos. Con capacidad para albergar hasta 800 personas, estos edificios solían ser conocidos como pequeños reinos familiares y florecientes comunidades urbanas. En 2008, fueron inscritos en la lista de Patrimonio Mundial debido a su excepcional tamaño, técnicas tradicionales de construcción y su función como ejemplo único de asentamientos humanos basados en vida comunitaria y defensiva, armonizando perfectamente con su entorno.

Palacio de Potala

Historia

Desde el siglo IV a.C., las vastas estepas al norte de China eran territorio de pastores nómadas, cuya subsistencia dependía en gran medida de los productos agrícolas obtenidos mediante el comercio con las comunidades sedentarias del sur. Aunque su población era significativamente menor que la de China, representaban una seria amenaza para los Estados del norte. Equipados con arcos compuestos y montando ágiles ponis esteparios, los guerreros nómadas lanzaban incursiones audaces contra las fronteras chinas.

Ante esta amenaza, los emperadores chinos implementaron diversas estrategias defensivas. Qin Shihuangdi, el primer emperador, erigió una línea de fortificaciones conectando construcciones anteriores, formando la primera versión de la Gran Muralla. La dinastía Han intentó contener a los nómadas mediante sobornos y campañas militares, mientras construía una nueva muralla. Los nómadas, por su parte, aprendieron a utilizar sus incursiones como medio de presión para obtener subsidios, especialmente productos de lujo como la seda.

Durante casi mil años, un cierto equilibrio se mantuvo entre los chinos y los pueblos bárbaros del norte. Sin embargo, a principios del siglo XIII, un líder mongol llamado Temujin logró unificar las estepas y reactivó los ataques contra el norte de China, buscando obtener subsidios y fomentar el comercio. Ante la resistencia encontrada, Temujin, quien más tarde se convertiría en Gengis Kan, decidió emprender la conquista de China. Este audaz plan fue finalmente llevado a cabo por su nieto, Kublai Kan, quien no solo se proclamó kan de los mongoles, sino que también estableció una nueva dinastía, la de los Yuan, marcando un hito sin precedentes en la historia de los nómadas de la estepa.

LOS MING EN EL PODER

Los Yuan fueron derrocados por una revuelta campesina, y en 1368, la corte mongol abandonó su capital y se retiró a las estepas. Los Ming, la nueva dinastía en el poder en China, lanzaron una ofensiva agresiva contra las estepas. Su objetivo inicial era evitar cualquier intento de los refugiados Yuan de recuperar el trono perdido, seguido por el deseo de contener a los nómadas. Sin embargo, los Ming pronto se dieron cuenta de que su fuerza militar no era suficiente para someter a los nómadas. En 1449, sufrieron una devastadora derrota en la batalla de Tumu, donde el propio emperador Zhengtong fue capturado por el enemigo.

A partir de mediados del siglo XV, la dinastía Ming adoptó una postura gradualmente defensiva. A pesar de considerar la opción de enviar subsidios a los nómadas para mantenerlos dentro de sus territorios, esta medida fue impopular tanto entre los emperadores como entre los funcionarios civiles debido al impacto negativo en las finanzas estatales. Como resultado, los mongoles intensificaron sus ataques en la frontera para forzar el comercio con China. Según el Gran Secretario Li Xien en 1459, los mongoles eran una “calamidad para China” debido a su desesperada necesidad de recursos básicos. Los Ming fueron la dinastía china más afectada por los ataques nómadas. No fue hasta 1571, cuando el ministro Wang Chung Ku persuadió al emperador Longqing de cambiar de política. Se implementaron subsidios para la aristocracia mongola y se establecieron mercados en la frontera, lo que redujo los ataques mongoles y el gasto militar chino en la frontera.

UNA NUEVA GRAN MURALLA

En realidad, la estrategia de defensa de los Ming contra los nómadas se basó en una solución clásica del Imperio chino: la construcción de una barrera defensiva. Los Ming erigieron una nueva Gran Muralla, que presentaba características más avanzadas que sus predecesoras. En lugar de utilizar principalmente tierra compactada, como en el pasado, se empleó una combinación de zócalo de piedra y alzado en ladrillo en la mayoría de los tramos. Aunque este sistema era considerablemente más costoso, se consideraba cien veces más resistente a las inclemencias del tiempo.

La eficacia militar de esta barrera siempre fue relativa. La frontera septentrional de China fue objeto de numerosos ataques, tanto de grandes bandas de guerreros, que llegaban a tener hasta 100,000 efectivos, como de pequeños grupos de nómadas. Un ejemplo ocurrió en Wo Yan en 1555, cuando una veintena de guerreros mongoles intentaron asaltar una torre durante la noche. A pesar de trepar con ganchos, los relinchos de sus caballos alertaron a los soldados chinos, quienes lograron repeler el ataque. Sin embargo, no siempre los nómadas fueron los agresores. En 1563, se descubrió que soldados chinos habían asesinado a un grupo de mongoles después de aceptar su rendición, todo para fingir una victoria en combate y obtener recompensas.

Los soldados destacados en la Gran Muralla enfrentaban condiciones extremadamente difíciles. Un documento del ministerio del ejército en 1443 reconocía que “los soldados en la frontera noroccidental están expuestos al viento y al frío. Ya sea como vigías en las torres de señales o como guardias en los pasos, pueden estar fuera durante meses o años sin regresar a su base. Sus familias, sin ropa ni comida, enfrentan una situación desesperada. Aunque reciben un salario mensual, a menudo deben gastarlo en armas o caballos, y sus sufrimientos por el hambre y el frío son indescriptibles”.

La eficacia militar de esta barrera siempre fue relativa. La frontera septentrional de China fue objeto de numerosos ataques, tanto de grandes bandas de guerreros, que llegaban a tener hasta 100,000 efectivos, como de pequeños grupos de nómadas. Un ejemplo ocurrió en Wo Yan en 1555, cuando una veintena de guerreros mongoles intentaron asaltar una torre durante la noche. A pesar de trepar con ganchos, los relinchos de sus caballos alertaron a los soldados chinos, quienes lograron repeler el ataque. Sin embargo, no siempre los nómadas fueron los agresores. En 1563, se descubrió que soldados chinos habían asesinado a un grupo de mongoles después de aceptar su rendición, todo para fingir una victoria en combate y obtener recompensas.

Los soldados destacados en la Gran Muralla enfrentaban condiciones extremadamente difíciles. Un documento del ministerio del ejército en 1443 reconocía que “los soldados en la frontera noroccidental están expuestos al viento y al frío. Ya sea como vigías en las torres de señales o como guardias en los pasos, pueden estar fuera durante meses o años sin regresar a su base. Sus familias, sin ropa ni comida, enfrentan una situación desesperada. Aunque reciben un salario mensual, a menudo deben gastarlo en armas o caballos, y sus sufrimientos por el hambre y el frío son indescriptibles”.

CONNIVENCIA CON EL ENEMIGO

Las tropas chinas estacionadas en la Gran Muralla mantenían contactos frecuentes con los nómadas, a pesar de la prohibición de sus superiores. Estos soldados a menudo comerciaban con los enemigos, una actividad vital para los nómadas. En situaciones extremas, algunos incluso desertaban. En 1550, el comandante militar de Datong expresó su indignación: “Nuestras tropas y exploradores a menudo van al territorio mongol para comerciar con ellos y han hecho amigos. Los mongoles han incorporado torres de observación de nuestra Gran Frontera a sus campamentos. Reemplazan a nuestras dotaciones como vigías, y nuestros soldados reemplazan a sus tropas como pastores, resultando en que ninguna información estratégica de nuestras defensas pase inadvertida”.

Los funcionarios del gobierno mostraron desconfianza hacia el comportamiento de los soldados. En 1554, se acusó a las tropas fronterizas de huir sin combatir cada vez que los mongoles cruzaban la Gran Muralla. En 1609, se afirmó que los guardias de las torres, incapaces de defenderse, preferían no dar la alarma al descubrir mongoles cerca. También se denunció que los soldados sobornaban a los nómadas para evitar ataques, a pesar de la oposición del gobierno. La colaboración llegó al extremo de que en 1533, se afirmó que las dotaciones de las torres de observación servían de guías a las partidas de guerra mongolas durante sus incursiones en territorio chino.

LA INVASIÓN MANCHÚ

La dinastía Ming se debilitó tras dos siglos de conflicto con los nómadas. Su obsesión por los mongoles los hizo descuidar otras amenazas, como los manchúes, quienes aprovecharon esta oportunidad para consolidarse como una fuerza formidable. Cuando estalló una rebelión interna en China, los manchúes atravesaron la Gran Muralla, cuya guarnición les permitió el paso, y derrocaron a los Ming en 1644.

Con el tiempo, la Gran Muralla, ya sin su función original, se convirtió en un símbolo de orgullo nacional para el pueblo chino, siendo el icono más reconocido del país. Resulta irónico que, a pesar de la larga lucha de China por defenderse de sus vecinos nómadas del norte, la muralla haya tenido escasos resultados en ese sentido.

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